RMC 100
Miguel Ángel Sánchez de Armas

Esta semana celebro el aniversario de una feliz locura.

A mediados de un marzo agobiante de 1988, en la acreditada cantina “La Rambla”, Oscar Hinojosa, Gerardo Arreola y yo, tres reporteros sin remedio, nos comprometimos en un proyecto: publicar una revista de comunicación.
En aquel tiempo heroico el mundo estaba a nuestro alcance y una saludable ceguera utópica nos apartaba del camino del “no se puede... no se debe”, y de la cruel sentencia: “¡mejor pónganse a trabajar!”


Las circunstancias políticas, académicas y periodísticas de 1988 exigían un foro especializado. Desde tres lustros antes se presentaba una acelerada expansión de la comunicación social en materia de infraestructura, cobertura y profesionalización pero no existía una publicación que diera espacio a la reflexión, el registro, el análisis y el debate en torno a los nuevos fenómenos implícitos en el quehacer de los medios masivos y las nuevas tecnologías informativas, así como el escrutinio al oficio periodístico a fin de fomentar el ejercicio de la autocrítica.


La Revista Mexicana de Comunicación comenzó a editarse seis meses después de aquel encuentro salutífero, en septiembre de 1988, al amparo de la Fundación Manuel Buendía. En los 100 números publicados a la fecha se han dado cita en sus páginas los más prestigiados investigadores y profesionales de la información nacionales y extranjeros: más de 700.


RMC circula bimestralmente en toda la República Mexicana, principalmente en las más de 300 escuelas y facultades de comunicación, y llega a una treintena de países de América, Europa y Asia. Daniel E. Jones, en un ensayo acerca de revistas teóricas sobre comunicación en países latinos, ubica a RMC entre “las revistas hispanoamericanas más significativas dedicadas al estudio de la comunicación y la cultura de masas en los últimos años”.


La revista impulsó otras publicaciones especializadas, como el Mexican Journal of Communication dirigido a la comunidad científica internacional, y la Revista Iberoamericana de Derecho de la Información, la primera en abordar sistemáticamente ese rubro de singular importancia.


El perfil de RMC engarza teoría y práctica. Pretende acercar a los estudiosos con los informadores y a los estudiantes con los profesionales del periodismo y la academia. Como escribiera Francisco de Jesús Aceves: la Revista Mexicana de Comunicación ha logrado derribar “las ancestrales barreras entre comunicadores y comunicólogos”.


Poco a poco RMC abrió la posibilidad de tratar periodísticamente temas que por lo general eran tratados desde la academia. Con esa idea se pretendió abolir la absurda pretensión de que los temas de la investigación de la comunicación podían ser sólo abordados por especialistas y con un lenguaje inaccesible.


Y apelando un tanto al origen mismo de la palabra “revista”, RMC hizo suya la necesidad de revisar críticamente los acontecimientos de la comunicación social de manera permanente con la idea de interpretar y entender la coyuntura política. No son gratuitos por ello los debates que en su tiempo aparecieron sobre la televisión de Estado y la privatización de los medios estatales; o las entrevistas sobre los destinos de los medios tras la firma del Tratado de Libre Comercio; o los números especiales sobre la Guerra del Golfo Pérsico, el conflicto armado en Chiapas, los análisis de la cobertura mediática en tiempos electorales, el derecho a la información, la mercadotecnia política, los recuentos anuales de medios mexicanos, la transparencia y acceso a la información, y otros donde confluyen el análisis acucioso de investigadores y los testimonios y juicios críticos de informadores.


Alguna vez me han preguntado periodistas y estudiantes cuál es la tendencia política de la Revista Mexicana de Comunicación, y la respuesta es que como un medio plural, responsable y con un arraigado compromiso prodemocrático, es apartidista. El compromiso de RMC, en el ámbito de su especialidad, es registrar la realidad, promover el análisis y la reflexión y estimular el debate.


De la revista ha dicho Rafael Roncagliolo, director del Instituto para América Latina (ipal), y consultor de la unesco: “Es un caso único en la historia de la comunicación latinoamericana”, pues se trata de un foro de interés no sólo para el público mexicano, sino también para los demás países de América Latina. También la advierte como un caso especial pues mantiene un curioso y rico perfil que “oscila entre lo masivo y lo especializado”.


En otra oportunidad José Márques de Melo, otro de los investigadores más reconocidos y productivos del continente, que fue director de la Escuela de Artes y Comunicación de la Universidad de Sao Paulo, señaló que la Revista Mexicana de Comunicación relaciona a investigadores y académicos con periodistas y otros profesionales de la comunicación, además de tender un puente hacia las nuevas generaciones que ahora están en las universidades.


Enrique Sánchez Ruiz, investigador de la Universidad de Guadalajara y antiguo presidente de la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación (alaic), ha resaltado que RMC es un foro de discusión y debate de opiniones plurales sobre el ejercicio periodístico y los medios de comunicación; además de que, a diferencia de otras publicaciones académicas, sirve como enlace entre el público especializado y el público en general.


Oscar Hinojosa nos dejó hace un par de años. Gerardo Arreola sigue creciendo como corresponsal extranjero y reportea todos los días (¡eso es vocación!); yo si bien hace tiempo que pasé la estafeta de lo cotidiano de la revista y de la FMB a Omar Raúl Martínez, a Esperanza Narváez y a los espléndidos jóvenes que los acompañan en esas tareas, sigo militando en ambos proyectos.
El viernes 29 un numeroso grupos de antiguos y nuevos colaboradores y amigos brindaremos por los 100 primeros números de la Revista Mexicana de Comunicación en el mismo lugar de siempre, “Las Mercedes”, gracias a la hospitalidad de nuestro querido Alfonso Zárate.


Para todos quienes hicieron posible que nacieran la Fundación Manuel Buendía y la Revista Mexicana de Comunicación, mi gratitud y una expresión de amor y amistad. Si no los menciono uno a uno es porque me llevaría en ello varios números de JdO.

sanchezdearmas@gmail.com




Nadar

Miguel Ángel Sánchez de Armas



Manuel Vincent publicó en El País el pasado 9 de septiembre una columna que no tiene desperdicio sobre las peripecias y peligros de la mar profunda. En principio está dirigida a quienes han alcanzado eso que llamamos éxito y que se traduce en tener auto con chofer y ser reconocido en los comederos de moda. Pero una derivación en la que Manolo no pensó, porque después de todo vive en España y no en México, es la que se refiere a la política en el trópico. Aquí este texto que hoy comparto con mis lectores. Cualquier semejanza con la vida real del altiplano mexica es pura y celestial coincidencia. Vale.

“Estar con el agua al cuello es un ideal de vida siempre que uno sepa nadar. Con el agua al cuello se puede practicar el elegante estilo mariposa o chapotear alegremente como una foca feliz. Todo son ventajas. Cuando el nadador se agota, hace pie, descansa, recupera el aliento y a continuación puede seguir braceando con el ritmo que él mismo se imponga. En el mar como en la vida, lo peor es que el agua o el éxito te cubra por completo. En este caso para mantenerse a flote uno está obligado a bregar continuamente, con la amenaza de que si paras, te hundes.

“El artista que ocupa las cabeceras de cartel, el escritor que más libros vende, el empresario que más negocios levanta, la figura de radio o de televisión con mayor índice de audiencia, el financiero que más bancos se traga, estos héroes en cuyo espejo la sociedad se mira, saben que, al levantarse cada mañana, les espera el abismo lleno de predadores al pie de la cama y que no serán nada si ellos no desarrollan también unos dientes de tiburón.

“Salen de casa, los recibe el mecánico en el portal, suben al coche blindado y comienzan a nadar en el asfalto, en el despacho, en el plató. De pronto sienten un tirón. Alguien les ha arreado un bocado desde abajo.

“No obstante, siguen nadando como si nada hubiera pasado, pero son conscientes de que acaban de perder una pierna. Poco después notan otra dentellada en un costado. Mientras bracean con furia sin perder el ánimo, se palpan las costillas y antes de que encuentren el hueco que ha dejado la herida, comienzan a oler a sangre. Entonces deciden contraatacar. Cuando uno permanece en la superficie del éxito teniendo bajo el cuerpo cien brazas de profundidad, hay que morder para seguir arriba y al mismo tiempo nadar para no ahogarse. Mitad gloria, mitad agonía, mitad euforia, mitad depresión, ésas son las dos caras del éxito.

“El público contempla a estos triunfadores en las recepciones oficiales o en las tribunas donde se reparten medallas y en apariencia los ve enteros, pero debajo de su rostro sonriente y de su traje oscuro apenas les queda nada. Vienen de una guerra muy carnívora. Todos son héroes mutilados. Tampoco sirve vivir con agua a la rodilla, porque uno se debate contra las rocas del fondo y acaba desollado. Cada uno tiene su propia orilla marcada. A ella hay que llegar sin que el esfuerzo te haga zozobrar antes de alcanzarla.

“El ideal es estar siempre con el agua al cuello. Con ese nivel nadie se ahoga; en cambio te permite cierta emoción al desafiar las olas que te manda el azar.”
Amén.



sanchezdearmas@gmail.com





El periódico

Miguel Ángel Sánchez de Armas

Con frecuencia me involucro en discusiones bizantinas. Coincido con amigos y entre el saludo y el primer ¡salud!, alguien puede decir algo así como: “Pues para mi que López Obrador es un títere del Kremlin...” y entonces se arma la de Dios es grande. Apenas hace unas semanas me echaron de una comida al grito de “¡vendido!” porque murmuré si no habría por lo menos una remotísima posibilidad de que el tabasqueño en efecto haya tenido menos votos que el michoacano. Ahora lo que hago en las reuniones es abordar sólo temas neutros, seguros y políticamente correctos, como la religión y las preferencias sexuales.

En días pasados un académico impertinente me abordó en una fiesta y sin más, espetó que mi teoría de las nuevas tecnologías de la información apestaba. Yo, que en ese momento intentaba convencer de lo contrario a cierta reportera cuyos encantos opacan su carácter más bien ríspido e ideología derechosa, quedé helado por la intromisión. Pero al ver que la concurrencia se dispuso a divertirse a mis costillas, no tuve más remedio que armarme de paciencia.

Aquí más o menos lo que me dijo el mequetrefe: no importa que el internet sea rápido, ni que la televisión nos de muchos canales con lo mismo, ni que el radio cacaree sus noticias en una avalancha repetitiva. Los periódicos son una herramienta indispensable y de gran utilidad para la gente. ¿Has intentado matar un mosquito con un teclado, o castigar al perro en el hocico con la pantalla del televisor? Por eso no importa que no se lea. El periódico será siempre el mejor aliado en todos los momentos de la vida.

Y luego soltó una retahíla de ejemplos que no tuve más remedio que escuchar, además de que me fue imposible retener a la reportera (quien poco después salió al jardín en compañía de un columnista mediocre).

En lo doméstico, dijo el tipejo, el periódico sirve para madurar aguacates, recoger la basura, limpiar los vidrios, ajustar las patas de una mesa, empacar la vajilla, tapizar la jaula del pájaro, recoger el “eso” de los perros, cubrir los muebles y el piso antes de pintar, evitar que se meta el agua debajo de la puerta, proteger el piso del garaje si el carro bota aceite, matar moscas y otros insectos y, en una crisis, dobla como papel higiénico.

En lo educativo, el diario es insustituible para castigar al perro en el hocico cuando se orina en la casa, para recortar letras y fotos para las tareas de los niños, fabricar títeres de papel maché, hacer barcos de papel y forrar piñatas.
Para lo comercial, el periódico también tiene aplicaciones, sostuvo el académico, mientras apuraba a grandes tragos su cuba: ensanchar zapatos, rellenar los bolsos para que conserven su forma, envolver la carne, empacar clavos en la ferretería, hacer un sombrero de pintor, dar trabajo a voceadores y periodistas, envolver flores, cortar moldes de modistas y sastres y envolver cuadros.

Más aún, el mentecato sostuvo que el diario tiene usos festivos: prender el carbón del anafre para las carnes asadas, envolver regalos sorpresa y armar el embudo de mago que desaparece el agua.

No soporté más y huí (con la esperanza de alcanzar a la reportera antes de que el columnista la sedujera con frases de Miguel Ángel Cornejo o Dale Carnegie). En mi retirada, alcancé a escuchar “otros usos” del papel impreso: para que los extorsionistas usen sus letras en las cartas, como cojín en el parque, para hacer bolitas y pegarles a los compañeros de clase, como paraguas para que el aguacero no dañe el peinado, para que los malosos de las películas escondan una pistola y como funda para guardar el machete.

En verdad que ya no hay seriedad.



sanchezdearmas@gmail.com




“Nos avergonzamos de los gritones”

Miguel Ángel Sánchez de Armas


No hay día en que el correo no traiga nuevas reflexiones de mis lectores acerca del impasse electoral. Fox, Calderón y López tienen polarizado al país. Para continuara con mi autoimpuesta tarea de dar voz a quienes no tienen acceso a los medios, de entre muchas docenas de esta semana elijo la de una mujer inteligente a quien conozco desde hace más de 20 años.

“Debo comentarte que cuando leí la reproducción del texto de Denisse Dresser me surgieron varias reflexiones que no compartí contigo por falta de tiempo.

“La más importante tiene que ver con la idea inicial y que me parece que Denisse es víctima de sus propios conceptos. Es cierto, somos el país de la medianía, de la conformidad y de los estándares bajos. Pero Denisse pasa a formar parte de esas fila, como ha sucedido con muchísima gente seria, inteligente y respetable, porque prefieren “conservar las instituciones”. Si no, ¿con qué nos quedamos? argumentan. Es preferible admitir una elección con una cantidad grosera de irregularidades antes que enfrentar a un “tosco” líder político que no tiene empacho en acampar en pleno Zócalo. Simplemente les parece poco elegante y por supuesto incorrectísimamente político.

“Las buenas conciencias prefieren la elegancia de la cena que se celebra el 15 de septiembre que la verbena popular que es para los “nacos”. Es un poco así: nos avergonzamos de los gritones.

“Yo me he preguntado ¿por qué el enardecimiento actual? Y me respondo que tiene que ver con lo que sucedió hace seis años. En el año 2000 una gran cantidad de ciudadanos tomó la decisión de hacer valer su voto. Cuando se declaró el triunfo de Vicente Fox, muchos ciudadanos, más de los que votaron por este candidato, vieron que tenían la capacidad de remover del poder al partido que no les conviniera, el que no respondiera a los reclamos del país. Tuvimos en nuestras manos un instrumento al que por fin le vimos utilidad. Debo decirte que yo no voté por Vicente Fox, pero también me sentí parte de esa ciudadanía.

“Después de lo que he considerado “un mal necesario”, que fue este sexenio lleno de pifias y de ignorancia, yo como muchos otros quizá esperábamos el momento de la elección para hacer valer nuevamente ese poder que habíamos adquirido hace seis años. Tuvimos la esperanza de que al acudir a las urnas le podríamos decir al gobierno que no era lo que esperábamos, pero como ciudadanos estábamos eligiendo otra opción. Quisimos hacer valer nuestro poder ciudadano y no nos dejaron. Pusieron diques, pero qué digo diques, verdaderas murallas para convocar la parte más primitiva de los votantes. Tengo amigos con formación universitaria que aseguraban que si AMLO llegaba al poder les iban a quitar sus casas. Si no fuera tan dramático daría risa. Impidieron a la ciudadanía pensar. Apostaron a todo, y en ese todo ocupa un lugar importantísimo la probada eficacia de la mercadotecnia, para evitar que la gente eligiera libremente. Pero como no estaban seguros de haber tenido éxito en la campaña de miedo todavía plagaron de irregularidades la jornada electoral antes, durante y después, para que al final nos conformemos con una elección chapeada de legalidad. Para que no aspiremos a hacer valer la ley. Denisse también se conforma con eso. No importa si AMLO ganó, es preferible no saberlo nunca si se trata de un candidato que se atreve a convocar a la protesta en lugar de admitir elegantemente el fraude.

“Me lastima que esos argumentos provengan de una mujer. Me hace pensar en la cantidad impresionante de mujeres que enteradas de la infidelidad de los esposos no se atreven a mencionarlo porque verbalizarlo las orillaría a tomar una decisión distinta a la de callar o colocarse en una situación aún más humillante. Así que saben, pero callan. Yo te debo decir que al menos admiro que AMLO sea de los que no se conforman. Sé que no es una cuestión de fe. Los datos me permiten pensar que ganó. También he oído el argumento de que el PRD tuvo la culpa por no tener representantes en todas las casillas. Es decir, sólo se puede reclamar un derecho si estás ahí para cuidarlo. No simplemente recibirlo.

“Creo que Denisse Dresser decidió, al igual que muchos otros, conformarse.”


sanchezdearmas@gmail.com