Masacre


La semana

Masacre

 

Miguel Ángel Sánchez de Armas

 

Juego de ojos

 

 

Día 1.- Un equipo forense alemán investigó una masacre brutal y los resultados de la investigación comienzan a ser divulgados. Luego de prolongadas y exhaustivas pesquisas en la escena del crimen, los expertos emitieron un informe que ha sido calificado como “escalofriante” por quienes lo han conocido.

“El estudio de los restos, que fueron encontrados en el 2006 y están en muy mal estado, ha revelado que las víctimas fueron golpeadas con objetos contundentes […]. Sistemáticamente sufrieron la rotura de la parte inferior de sus piernas”, sostiene el reporte, en donde se indica que “el estudio de las fracturas que les provocaron antes de morir, indican claramente que [las víctimas] fueron torturadas y/o mutiladas cuando ya estaban muertas”, según trascendió en fuentes de la Academia de Ciencias.

El número de víctimas asciende a 26, entre ellas hombres, mujeres e infantes. No se descarta que este número pueda crecer.

Según sostienen los autores de la investigación, matanzas como ésta no son aisladas […]. El hallazgo de la fosa común “refuerza la teoría de que los episodios de violencia a gran escala [son] relativamente frecuentes”.

En entrevista, el antropólogo de la Universidad de Mainz, Christian Meyer, jefe del grupo que llevó a cabo la investigación, expresó que si bien se determinaron las causas de las muertes, lo que no es explicable es la lógica bajo la cual tuvieron lugar.

La mitad de los 26 restos son de adultos, entre ellos dos mujeres. Entre los otros 13 hay una decena de niños menores de seis años y un bebé de seis meses. Dos de los adultos tenían más de 40 años.

Meyer no quiso relacionar este hallazgo con el de otras dos fosas, una con 34 cadáveres y la segunda, todavía en exploración, con los restos de 67 individuos encontrados a la fecha.

Sin embargo, los autores de la investigación sostienen que episodios como estos no son aislados […]. “Pensamos que un grupo […] mató a otro grupo de la misma cultura”, expresó Meyer, quien sin embargo no se atrevió a proponer una teoría sobre las causas que desataron la carnicería. “Personalmente pienso que la violencia siempre ha estado presente entre los humanos”, añadió el antropólogo de la Universidad de Mainz.

(Estos hechos tuvieron lugar hace siete mil años, pero se leen como crónica contemporánea. Se publicaron El Mundo del 18 de agosto bajo la firma de Teresa Guerrero).

Día 2.- Enrique Krauze nos da un espléndido regalo de verano: Personas e ideas. Conversaciones sobre historia y literatura. Se puede estar o no de acuerdo con Krauze, pero no se le pueden regatear méritos como historiador y divulgador de la historia (además de buen prosista). Este libro, sin ser “nuevo”, es un viento fresco oloroso a Lytton y a Tuchman en donde el autor se erige como un hábil amanuense que pone frente a los lectores el corazón y el intelecto de sus entrevistados, legión de nombres casi abrumadora. Para quien se pregunte cómo es que un ingeniero saliera tan buen epígono de Herodoto y Tucídides, mi respuesta es que creo que precisamente por ser ingeniero y girar en un eje ordenado y directo. Qué diferencia de aquel historiador académico que en la presentación de su tomo doctoral de mil páginas me dijo que la Tuchman de ninguna manera era una historiadora, sino una novelista, una narradora. Por fortuna logré contener la risa.

Día 3.- Donald sigue dando de qué hablar. Jorge Fernández (Excelsior), recupera la sentencia de Bioy Casares: “nunca hay que subestimar la estupidez”, y recuerda el caso emblemático del mediocre Adolf, a quien nadie tomaba en serio y de quien se quisieron aprovechar y poner a su servicio casi todos los políticos profesionales de su tiempo, pero que domeñó uno a uno con los resultados escalofriantes que conocemos. Manuel Jáuregui (Reforma), juzga que siendo el millonario hijo de madre escocesa, nieto de alemanes, ex esposo de una checa y de una eslovena, su discurso anti inmigrante en realidad es racista y lo convertiría, a él sí, en un peligro para México de llegar a la Casa Blanca.

No estoy tan seguro de que Trump estee ﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽ esty tan seguro de deno estoy tan seguro de de que eir alemanes, ex esposo de una checa y de una eslovenia,oriador qué alienando a los electores hispanos en la proporción y profundidad en que lo pregonan los militantes, los analistas y los observadores, entre otras cosas porque este gringo de enorme poder persuasivo (no olvidemos que es un gran vendedor) tiene la virtud de poder decir a diferentes grupos precisamente lo que quieren escuchar. Y la verdad, por lo menos desde México, es que no conocemos del todo a los migrantes. No son la masa marginada y añorante de pozole que algunos suponen. Diría que más bien, con todos los asegunes del caso, es un cuerpo poliédrico en donde muchas caras desean integrarse y están dispuestas a pagar un precio por ello.

Es claro, y retomo la reflexión de Bioy Casares, que un demagogo carismático, en las condiciones sociales apropiadas, puede abonar el terreno para una profecía autocumplida. Me preocupa que no sólo los medios, sino grupos de cuello blanco, inmigrantes no agrícolas e integrantes de diversas comunidades étnicas –entre ellas la hispana-, parecen ver en los sofismas de Trump el camino hacia un mejor país.

Pero no olvidemos que una vez instalados en el poder, los políticos se topan con que no es tan fácil aterrizar lo que ofrecieron en la campaña (vg. Tsipras y el propio Obama). Ya en CNN Trump patinó con su promesa de derogar la Enmienda 14 que da la ciudadanía a los nacidos en territorio nacional (“creo que lo podría lograr en ocho años”) y sobre la Gran Muralla a lo largo de los 3,185 kilómetros de la frontera con México, me sorprende que esta vacilada tenga tanta repercusión en los medios. A menos que primero derogue la Enmienda 22 y se reelija más veces que Roosevelt, esa construcción, para decirlo brevemente, está en chino… aunque diera empleo a todos los alarifes de América Latina.

Días 4 y 5.- Juego de ojos llega al final de su ciclo después de  más de 20 años. No sé si lo reinventaré o si reencarnará, pero por lo pronto desde el fondo de mi corazón, mi agradecimiento a quienes han sido lectores a lo largo de todo este tiempo. Vale.

 

 

 

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La semana
 
 
El embajador

 

 
 
Miguel Ángel Sánchez de Armas


Juego de ojos

 

Hace algunos años conocí a Miguel Basáñez en una reunión. Después lo vi en un par de ocasiones; no somos amigos y no creo que me recuerde. Pero será nuestro embajador en Washington y el sábado anterior comenté en una cena que lo veía como encuestador y académico prestigiado, pero no lo imaginaba representándome en el imperio. Mis contertulios, analistas políticos, estuvieron de acuerdo.

 

He seguido la discusión sobre su nombramiento en los medios. Es equilibrada –sin las pasiones que ha despertado el affaire PRD-Morena o la designación de Beltrones en el PRI- y más bien aburrida: aplausos desde el oficialismo y críticas de la oposición y de parcelas de la Academia, más o menos a partes iguales. Un debate etéreo, para iniciados, que pronto se diluirá… pero que toca una fibra que interesa a todos los ciudadanos, no sólo a las instituciones.

 

Mi lectura al hecho de que el Presidente haya nombrado a un amigo y no a un diplomático de carrera o a un funcionario de alto nivel, es que la relación con Estados Unidos está en un nivel muy bajo, quizá preocupante. Veo en esto varios momentos, no necesariamente en orden cronológico: la expulsión de Carlos Pascual, la vacante de cinco meses en nuestra sede diplomática en Washington, la redefinición del mecanismo de cooperación para la lucha contra el crimen organizado, la presión para revalorar el TLCAN, la exigencia de que México participe en misiones internacionales de paz, la preocupante asimetría económica con el vecino del norte, la fuga de “el Chapo”, entre otros.

 

La compleja y fascinante historia de la relación México – Estados Unidos tiene momentos turbulentos en los que un presidente debió tomar decisiones fuera de la ortodoxia e incluso en contrapunto con los protocolos diplomáticos para atemperar las presiones y buscar caminos de solución (algo que no es bien vistos en las cancillerías). Un embajador no representa a su cancillería; su primera responsabilidad es mantener un canal de diálogo entre el presidente que lo nombró y el presidente del país huésped. Por ello en tiempos de relación ríspida los mandatarios pueden elegir recurrir a hombres de confianza no atados por los convencionalismos y aherrojados por el ceremonial diplomático y dejan de lado las opciones de personas formadas en el servicio exterior.

 

Algunos ejemplos. Para Abraham Lincoln la relación con México era lo más importante de la política exterior de la naciente Unión. En momentos turbulentos para ambos países, decidió que no fuera un diplomático quien llevara la representación de su gobierno al sur, sino su amigo y correligionario Thomas Corwin, cabeza de la oposición a la guerra con México. Gracias a él Lincoln pudo dar ayuda a Juárez en su lucha contra el Segundo Imperio. Casi al mismo tiempo, el presidente confederado, Jefferson Davis, tuvo en México un enviado con la misión de explorar las posibilidades de una anexión en alianza con Francia al término de la guerra civil… y el triunfo sureño, claro.

 

Woodrow Wilson siguió el ejemplo y mandó a un experiodista, William Bayard Hale, y a un ex gobernador, John Lind, ambos de su círculo íntimo, a reportar sobre la situación durante la dictadura de Huerta. Una consecuencia fue el retiro y desafuero del embajador Henry Lane Wilson, autor intelectual del asesinato de Madero y Pino Suárez.

 

Un episodio más cercano e ilustrativo fue el nombramiento de Josephus Daniels como embajador en México al inicio de la primera presidencia de Franklin D. Roosevelt. Daniels no hablaba español y era uno de los principales enemigos de los monopolios empresariales en su país. Como secretario de la Marina de Guerra en 1914 había organizado la invasión de Veracruz, por lo que en Mxico ﷽﷽﷽﷽﷽ruz, por lo que en Mmo secretario de la Marina de Guerra habiels no hablaba español y era uno de los principales enemiéxico se alzaron virulentas protestas por su nombramiento. El presidente Abelardo Rodríguez expresó su inconformidad y sólo cuando el Secretario de Estado le mandó una nota personal asegurándole que se trataba de un “antiguo y confiable” amigo de Roosevelt, accedió al placet. Roosevelt llamaba “jefe” a Daniels y éste era de los pocos que tuteaban al quisquilloso presidente. Su encomienda principal fue velar por la aplicación de la “Doctrina del Buen Vecino” y en la secuela de la expropiación petrolera su cercanía con FDR permitió encadenar a los halcones del Departamento de Estado y a las empresas petroleras que pujaban con todas sus fuerzas por una invasión. En más de una oportunidad el secretario Cordell Hull y el  subsecretario Sumner Welles se quejaron de que en México, Estados Unidos tenía que lidiar con un gobierno respondón y “con nuestro embajador”. Un caso curioso por que fue en sentido inverso, fue el de Owen St. Clair O’Malley, el ministro inglés en la misma época, muy cercano y de todas las confianzas de Whitehall, pero de un torpeza tal que acabó por hacerse expulsar y provocó el rompimiento de las relaciones entre México y el Reino Unido.

 

 El presidente Cárdenas tuvo en Washington al médico, académico, escritor y diplomático Francisco Castillo Nájera, cercano amigo suyo y con relaciones privilegiadas en el gobierno de Estados Unidos, pero también un realista que al recibir la noticia del desenlace petrolero de parte de Jesús Silva Herzog, exclamó: “Ah chingaos… ¡Si hay expropiación, hay cañonazos”. Héctor Cárdenas (Universal, 14 de agosto), recuerda que “Matías Romero […] logró el apoyo de Washington para la restauración de la República, en condiciones precarias”.

En este contexto, pienso que la misión de Miguel Basáñez será buscar caminos para reparar una relación que, en mi opinión, están más allá de las posibilidades de una política exterior conservadora, medrosa y esclerosada que hace mucho dejó de estar a la altura de los Castillo Nájera, los Estrada, los Bosques, los Martínez Corbalá o los García Robles.

 

Basáñez va a rendir cuentas en Los Pinos, no en la Avenida Juárez. Si éste fue el ánimo del Presidente al nombrarlo, no se le debe escatimar un reconocimiento.

 

 

 

 

 

 

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