Los políticos


Miguel Ángel Sánchez de Armas
(28.2.07)





Hoy quiero elevar mi más enérgica protesta y mi condena sin ambages al anónimo y artero difamador de la clase política que puso en circulación el infame soneto que a reproduzco líneas abajo.


No es posible que la nación permanezca impávida ante un ataque de tal villanía. Desde esta tribuna exijo que los licenciados Alessio Robles en lo nacional, y Escobar Pérez en lo estatal, tomen cartas y procedan con todo el peso de la ley contra este abuso sin precedentes de la libertad de expresión. El decoro y la defensa de la institucionalidad los obliga a no permanecer con los brazos cruzados.


Pero si la autoridad, por omisión o mano blanda, fuese remisa en el cumplimiento del deber que claramente le exige el desacato que hoy pongo en conocimiento de la opinión pública, entonces no tendré más remedio que retar a duelo al misterioso malediciente para así lavar la honra de la República. Al amanecer del próximo lunes aguardaré al infame en el Parque de Los Tecajetes para batirnos a primera sangre con los ejemplares no leídos de algún poemario ológrafo. Y serán así las Musas quienes dicten justicia en este penoso asunto.


Quizá mis lectores piensen que la cólera me ha cegado y que exagero en mis vituperios contra el poetastro. Pero no es así. Repasen los versículos adocenados que siguen, y si llegasen al final sin necesidad de un emético, léanlos entonces de la última a la primera línea y verán si tengo o no razón.




En nuestro partido político cumplimos con lo que prometemos.

Sólo los imbéciles pueden creer que

no lucharemos contra la corrupción.

Porque si hay algo seguro para nosotros es que

la honestidad y la transparencia son fundamentales

para alcanzar nuestros ideales.

Demostraremos que es una gran estupidez creer que

las mafias seguirán formando parte del gobierno

como en otros tiempos.

Aseguramos sin resquicio de duda que

la justicia social será el fin principal de nuestro mandato.

Pese a eso, todavía hay gente estúpida que piensa que

se pueda seguir gobernando con las artimañas de la vieja política.

Cuando asumamos el poder, haremos lo imposible para que

se acaben las situaciones privilegiadas y el tráfico de influencias.

No permitiremos de ningún modo que

nuestros niños tengan una formación insuficiente.

Cumpliremos nuestros propósitos aunque

los recursos económicos se hayan agotado.

Ejerceremos el poder hasta que

comprendan desde ahora que

Somos la “nueva política”.




¡Malditos sean los enemigos de las Instituciones!