Cuentos chinos

Miguel Ángel Sánchez de Armas



Cuando queremos decir que algo no se entiende, que es terriblemente complicado o que se trata de un círculo al que no se le halla la cuadratura, recurrimos a la frase hecha que sin deberla ni temerla nuestros hermanos de las antípodas nos facilitaron: está en chino. Si alguien peca de extrema ingenuidad, decimos que le vieron la cara de chino. De esos personajes tortuosos, poco inteligentes y de dudosa moral que pululan por doquier, decimos que son como policías chinos (en Veracruz hay algún espécimen de risa). Y si alguna vez hemos llegado a casa a horas inconvenientes o en estado no propio de sobrios caballeros occidentales y cristianos, la justificación de nuestra conducta pudo haber sido tomada como puro cuento chino.

Pese a que tenemos una antigua relación con la tierra de Confucio y la Nao de la China nos trabajo una china poblana, en realidad poco conocemos de esa cultura. Hay quien ha danzado en las calles de Dolores en la capital en el Año Nuevo chino y muchos leímos El complot mongol, pero quizá menos saben que en Mexicali está asentada una de las grandes colonias chinas y que en esa ciudad los platillos típicos son el arroz blanco, el chow mein, el chop suey, el pato lacrado y el arcoiris de verduras y fuertes sabores de la cocina de Zechuán. Apenas en los setenta el presidente Echeverría formalizó relaciones diplomáticas con el país oriental (después de que Mr. Nixon pusiera el ejemplo, of course), y desde entonces andamos en un estira y afloje con los también chinos de Taiwán.

Todo esto viene a cuento, ya se habrá imaginado, por el numerito chino del chinomexicano Zhenli Ye Gon, dueño de los milloncejos (205 en oro) que la policía encontró en su casita de Las Lomas y que dice en realidad pertenecen al PAN y que se los dio el Secretario del Trabajo de Calderón. Bueno, pues aparte de que ese chinito con cara de muñeca nos quiere ver la cara de chinos, está resultando todo un policía chino y un mañoso cuentista chino. Al teatro que montó para la agencia AP, lo único que faltó cuando dijo: “El secletalio decil que yo ayular ¡o cuello!”, fue el mohín del “Chino” Herrera, el grito del “Kalateca de la noticia” y las palmas arriba de “Clavillazo”.

Sin embargo, se equivocará quien tome a la ligera este asunto. Y no serán suficientes los entripados de Lozano o sus bravatas cegehacheras para desaparecer lo que tiene visos de campaña bien orquestada para ablandar al gobierno de México, para regresar algún golpe o quizá para decirle a los electores hispanos: “¡Vean qué clase de gobierno hay en su tierra!” Los que se rían de este supuesto y que tengan ojos (y hablen inglés, Castañeda dixit), que lean el expediente de “Las joyas de la familia” que la CIA liberó la semana pasada y verán de lo que son capaces los güeros. O mejor, que lean a Raymundo Riva Palacio en El Universal:

“Debido a una sucesión de hechos presentados en Estados Unidos, altos funcionarios del gobierno mexicano sospechan que el empresario chino Zhenli Ye Gon pudo haber sido reclutado como informante por una agencia policial o de inteligencia estadounidense.

“El pasado 15 de marzo, cuando de la casa de Ye Gon fueron asegurados 205 millones de dólares —el segundo decomiso más grande de dinero en la historia del combate al narcotráfico en el mundo—, el empresario se encontraba jugando en el casino del hotel Venetian, en Las Vegas, revelaron los funcionarios.

“Sin embargo, al pedir información al gobierno de Estados Unidos sobre el ingreso del asiático a ese país, no había nada.

“Llegó a Las Vegas en avión, pero no hay documentos de ingreso”, dijo una alta fuente de la PGR. “¿Cómo entró sin documentación en aquel país?”, se preguntó.

“Tras el decomiso en la residencia de las Lomas de Chapultepec, autoridades pidieron al gobierno estadounidense buscar en San Francisco al empresario naturalizado mexicano, porque información en su poder lo ubicaba en esa ciudad.

“Nos lo van a entregar pronto”, dijo un funcionario de la PGR hace poco más de un mes. Pero nada sucedió.

“En el dinero decomisado había 500 mil dólares aún con las fajillas del First Republic Bank, de Nueva York. Por procedimiento, la institución tuvo que obtener información detallada del comprador. Esos datos tampoco llegaron al gobierno mexicano.

“En entrevista con la agencia AP, Ye Gon expresó su deseo de colaborar con la DEA, el FBI o la CIA. Es decir, convertirse en testigo protegido.”

Para terminar, hay preguntas que la autoridad migratoria está obligada a responder: ¿Cómo fue que este chino de los cuentos obtuvo la nacionalidad mexicana, en qué tiempo y con qué aval? Y de ahí sigue otra: ¿Cuántos de los integrantes de las mafias coreanas que operan en Tepito, o de las rusas que controlan armas y drogas, viajan con pasaporte mexicano?


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