La vida en poesía

Miguel Ángel Sánchez de Armas



Quiero creer que es la sofocante primavera xalapeña la que me puso melancólico, pero la verdad es otra. Contar más de cinco décadas y saberme más próximo del fin que del principio, modificó mi visión de la vida. Todo lo que me rodea adquirió nuevos significados. Un día desperté descubriéndome avaro con mi tiempo y troqué los momentos perdidos por encuentros pospuestos. En ese ánimo me puse a revisar mi baúl de recuerdos y aparecieron tres poesías que me asaetearon con sus versos mundanos y emotivos.

La primera se titula Instantes y fue atribuida a Borges hasta que un agrio y encolerizado erudito nos quiso aclarar que de la pluma del porteño no habían salido tales líneas. No importa. Aquí están:

Si pudiera vivir nuevamente mi vida / En la próxima trataría de cometer más errores. / No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más / sería más tonto de lo que he sido, de hecho / tomaría muy pocas cosas con seriad. / Sería menos higiénico. / Correría más riesgos, haría más viajes, / contemplaría más atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos. / Iría a más lugares a donde nunca he ido, / comería más helados y menos habas,/ tendría más problemas reales y menos imaginarios. / Yo fui de esas personas que vivió sensata y prolíficamente / cada minuto de su vida. / Claro que tuve momentos de alegría, pero si pudiera volver atrás / trataría de tener solamente buenos momentos. / Por si no lo saben, de eso está hecha la vida, sólo de momentos, / no te pierdas en el ahora. / Yo era uno de esos que nunca iban a ninguna parte sin un termómetro, / una bolsa de agua caliente, un paraguas y un paracaídas; / si pudiera volver a vivir viajaría más liviano. / Si pudiera volver a vivir comenzaría a andar descalzo / a principios de la primavera y seguiría así hasta concluir el otoño. / Daría más vueltas en calesita, contemplaría más amaneceres / y jugaría con más niños, si tuviera otra vez la vida por delante. / Pero ya ven, tengo 85 años y sé que me estoy muriendo.

La segunda es de Pablo Neruda, quien en realidad se llamaba Neftalí y se apellidaba Reyes (cosa que en realidad sólo a los eruditos agrios y coléricos importa).
Queda prohibido llorar sin aprender, levantarte un día sin saber qué hacer, / tener miedo a tus recuerdos. / Queda prohibido no sonreir a los problemas, no luchar por lo que quieres, / abandonarlo todo por miedo, no convertir en realidad tus sueños. / Queda prohibido no demostrar tu amor, / hacer que alguien pague tus dudas y mal humor. / Queda prohibido dejar a tus amigos, / no intentar comprender lo que vivieron juntos, / llamarles sólo cuando los necesitas. / Queda prohibido no ser tú ante la gente, / fingir ante las personas que no te importan, / hacerte el gracioso con tal de que te recuerden, / olvidar a toda la gente que te quiere. / Queda prohibido no hacer las cosas por ti mismo, / no creer en Dios y hacer tu destino, / tener miedo a la vida y a sus compromisos, no vivir cada día como si fuera el último suspiro. / Queda prohibido echar a alguien de menos sin alegrarte, olvidar sus ojos, su risa, / todo porque vuestros caminos han dejado de abrazarse, / olvidar su pasado y pagarlo con su presente. / Queda prohibido no intentar comprender a las personas, pensar que sus vidas / valen menos que la tuya, no saber que cada uno tiene su camino y su dicha. / Queda prohibido no crear tu historia, dejar de dar las gracias a Dios por tu vida, / no tener un momento para la gente que te necesita, no comprender que / lo que la vida te da, también te lo quita. / Queda prohibido no buscar tu felicidad, no vivir tu vida con una actitud / positiva, no pensar en que podemos ser mejores, / no sentir que sin ti, este mundo no sería igual.

La tercera es del gran pobre de la tierra, José Julián Martí Pérez.
Triste es no tener amigos / pero más triste debe ser / no tener enemigos. / Porque quienes enemigos no tenga, / señal es que tampoco tiene: / ni talento que haga sombra, / ni carácter que impresione, / ni valor temido, / ni honra de que murmurar, / ni bienes que le codicien, / ni cosas que se le inventen.